Editorial

El cine asiático está acabado. Que sí. ¿Quién no lo ha dicho o ha escuchado en estos últimos tiempos? Desde luego, parece ser que para las distribuidoras si que lo está. Los lanzamientos de cine oriental en este país han entrado en recesión, por otra parte algo cíclico desde que el mundo es mundo. Hoy se ponen de moda los terrores japoneses y mañana te los puedes comer con patatas. Curiosamente, y pese a lo acabado que está, en los países que conforman el continente asiático, no se deja de producir cine. En Hong Kong viven una segunda juventud gracias a la entrada de capital chino y el cine chino se ha renovado radicalmente gracias a la entrada de talentos de Hong Kong. En Japón continúan como de costumbre: en las pantallas reinan las adaptaciones de mangas, best-sellers y series de televisión mientras el mercado del video sigue siendo un campo fértil tanto para los cineastas más jóvenes como para las producciones de genero más audaces. Y eso sin hablar de animación. India, con sus diferenciadas culturas locales, sigue viento en popa a toda vela, conquistando cada vez más los mercados de occidente (España es a Bollywood lo que la aldea de Asterix a los romanos) y sus mil películas anuales no se las quita nadie. Filipinas también está en periodo de buena esperanza, gracias a la rebaja de costes que supone el HD. No es que ganen más dinero, es que no lo pierden. Tailandia cambió su eclosión en los mercados internacionales por propuestas menos ambiciosas, y sigue su producción sin descanso, al igual que Taiwán, que hace ya tiempo que saltó del cine caspoide al art-house, el cine gay y las películas de adolescentes de qualité, y ahí sigue, impertérrito.  De los pequeños, qué decir. Indonesia, Malasia, Singapur…todos ellos han multiplicado la producción, además de ganar en calidad técnica y artística, aumentando las coproducciones con países vecinos. Solo hay una victima en esta guerra. Corea del Sur. La explosión de talento que sorprendió al mundo hace algo más de una década, que nos descubrió a grandes directores y películas que ya son clásicos, se ha disipado como la Coca-Cola abierta hace un mes, demostrando ser el mayor bluff de la historia del cine. De todos esos países, a lo mejor hasta incluyendo a mis amigos los coreanos, leerán ustedes reseñas y algún artículo ocasional en el blog que hoy se inaugura. Lo que durará no se lo puedo asegurar, pero lo que ya les aviso es que el cine asiático no está acabado. Ni hablar del peluquín.

Domingo López.

(Director de la revista CineAsia, autor o co-autor de libros como Made in Hong Kong, Johnnie To: Redefiniendo el cine de Autor, La Marca de Frankenstein, Diez Años de Terror Asiático, etc., colaborador en Radio (Doble Sessió, etc.) y TV (Todos aaah Cien, etc.), programador de las Nits de Cinema Oriental y exdirector del Japan Cult Cinema y la sección cinematográfica del Festival Asia, director del cortometraje premiado Porco Mondo y de 142, sección oficial en el Festival de Sitges, así como redactor de la revista Scifi World Magazine).

NOVIEMBRE 2009

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Todas las películas han sido vistas para confeccionar las reseñas. Hasta las más infames.